La vida es sueño


Jesús nos muestra que sólo hay que “despertar”, “darnos cuenta”, “recordar” nuestra esencia divina natural y sólo así viviremos en la plenitud del Ser.

Jesús fue una mente humana que comprendió la Vida desde la experiencia humana. Fue un hombre que como tú, como yo, vivió en este mundo material, de formas, atravesando la experiencia dual, de creerse separado de los otros hombres, de los otros seres, de creer en el mundo de afuera…pero en un momento –no sabemos cuándo- “despertó”.

En un momento de su vida resucitó, pero resucitó antes de que fuera la resurrección que conocemos después de la crucifixión. Como dice José Luis Molina, pudo haber resucitado luego de pasar por el episodio que se conoce como “las tentaciones de Jesús” en el desierto, narrado por Mateo en el Nuevo Testamento cuando pasó cuarenta días y cuarenta noches “tentado por el diablo”. Jesús vivió allí su experiencia dual y no dual. Es decir, algo de su humanidad, la mente dual o “el programa” o “el ego” lo inclinaba a creer que era un dios, alguien superior a los demás, diferente, especial, y seguramente pudo creer que era un ser separado, sin embargo eligió otra percepción.

Entonces, acercándose el tentador, le dijo: Si eres el Hijo de Dios, di que esas piedras se conviertan en panes. Más Jesús le respondió: Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

En ese párrafo como los siguientes, se manifiesta la elección que hace Jesús. Si hubiera creído el mundo dual, Jesús hubiera accedido a hacer la demostración, para que el mundo supiera que era un dios, diferente a los demás. Sin embargo, Jesús eligió otra percepción diferente a lo que su mente programada humana le mostraba como real. Él era consciente, sentía a través de su “corazón radiante” que era un Ser Compartido, que su mente no era algo chiquito y separado, sino que era parte de la Mente Universal, que en su Ser se manifestaba el Universo y el Universo se manifestaba en su Ser.

Jesús tomó conciencia así de que “nada real puede ser amenazado” y que “nada irreal existe”, como dice “Un curso de milagros”. Él se dio cuenta de que lo que veía y sentía en este mundo material, de formas, no era él, Él era el Ser, la Fuente y que todos formamos parte del Ser, de la Fuente, del Todo, del Tao, de Dios. Él se dio cuenta (recordó) que la única realidad es la Unicidad y que en esta experiencia humana nos olvidamos de lo que somos, nos olvidamos de que somos Uno, que el Todo es la parte y la parte es el Todo. Él se dio cuenta (recordó) que en esta experiencia humana creemos que la realidad es lo que vemos y que estamos separados los hombres, los objetos, en un mundo de opuestos; en esta experiencia humana creemos en “el sueño de estar separado de Dios”, separados del Todo. Pero él recordó su divinidad, como la de todos, porque somos Uno, todos somos Uno y todos formamos parte de esa Inteligencia Divina que es la Vida.

Después de esto le transportó el diablo a la santa ciudad de Jerusalén, y le puso sobre lo alto del templo y le dijo: si eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues está escrito: Que te ha encomendado a sus Ángeles, los cuales te tomarán en las palmas de sus manos para que tu pie no tropiece contra alguna piedra. Replico Jesús: También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.
Todavía le subió el diablo a un monumento muy encumbrado y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Y le dijo: todas estas cosas te daré si, postrándote delante de mí, me adoras. Entonces Jesús le Respondió: Apártate de ahí Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor Dios tuyo, y a él sólo servirás”.

Así continúa el episodio de las tentaciones de Jesús en el desierto. Aquí nos muestra que las tentaciones son los errores de percepción. Jesús no rechazó lo que veía, -que era su mente programada proyectada-, no se victimizó por lo que sucedía, porque el Espíritu de Dios lo hizo entrar en desierto para vivir estas tentaciones o “errores de percepción”. Él reconoció que creer en lo que le mostraban, le decían, era el error y que el verdadero conocimiento proviene del interior, del Ser Compartido.

Él aceptó que ese fuera su momento necesario para “despertar” del mundo material, donde podrían idolatrarlo como un ser superior, diferente, especial, que podía creerse superior. Él pudo creer en algún momento en el mundo dual, de la imagen, del “especialismo”, la riqueza material y los “valores” de este mundo de formas, sin embargo eligió. Eligió otra percepción porque supo que era la única real. Recordó que la única realidad, es la de Dios, que todos somos Uno y Uno somos todos. Él se dio cuenta de que como dijo Jung “quien mira afuera ve un sueño y quien mira adentro despierta”. Y él se miró adentro y despertó. Y así nos marcó un camino, el camino de la Verdad. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.

No sabemos cuándo fue el despertar de Jesús. Las religiones dicen que era un hombre “iluminado”, que nació “iluminado”, pero desde nuestra experiencia humana podríamos pensar que el despertar se realiza sólo desde la creencia de uno mismo en un mundo dual, se realiza desde la creencia en un mundo de apariencias. Sólo creyendo que el mundo que vemos es real es de donde podremos despertar. Sólo podemos despertar de un sueño, pero si no sabemos que estamos en un sueño, no podemos despertar. Si creemos que lo que vemos es la realidad y no un sueño, nunca despertaremos.

Rupert Spira explica muy bien esto. Él dice que el estado de vigilia (lo que los hombres creemos que es la realidad) es en verdad un sueño y lo compara con “soñar con sueños”. Cuando estamos en ese estado de “soñar con sueños” creemos que lo que soñamos es la realidad, y sentimos dolor, o cualquier emoción como si fuera real, y sólo cuando nos despertamos nos damos cuenta de que no nos pasó nada, que estábamos en la cama durmiendo, y que todo fue un sueño o una pesadilla. Lo mismo es con la vida. Podemos despertarnos del sueño en vida o en el momento de la muerte, cuando nuestro ser deja el cuerpo, deja la experiencia humana. Hemos venido al mundo para experimentar cómo es olvidar nuestra esencia pero con el objetivo de recordarla, de comprender.

Creemos que lo que sentimos es real, lo que vemos es real, los objetos, las sensaciones, las percepciones. Creemos en la materia, sin embargo es un sueño y la única realidad es nuestro Ser Compartido con el Universo, del cual formamos parte (el todo es la parte y la parte es el todo). Nos damos cuenta de que la realidad es en verdad holográfica. Incluso, la física cuántica, nos está diciendo que en realidad la materia no existe, todo es energía, vibraciones y sólo si vivimos el momento, el aquí y ahora, nos damos cuenta de esa Unicidad del Universo.

Spira dice también que el ser en su estado puro, natural, es la consciencia, es el sueño profundo, mientras que “el sueño con sueños” y lo que denominamos “vigilia” son proyecciones, o modulaciones del “sueño profundo”, de la Consciencia Universal. Él dice que nuestra mente es como remolinos de agua en un río, cada cual con un formato diferente, con ondas más grandes o más pequeñas (cuerpo, pensamientos, emociones), pero todos los remolinos son agua en movimiento y el agua es la Fuente, el todo y la parte.

Despertar es darnos cuenta de que somos el sueño profundo

Siempre me llamó la atención lo que se dice desde la medicina y la psicología en cuanto a la importancia de dormir “regular y profundamente”. Se atribuye importancia a dormir durante un horario habitual y  “profundamente”, lograr llegar a esa fase del sueño en donde se duerme pero no se sueña (III y IV del sueño No REM) porque la actividad mental se reduce en su mayor porcentaje, disminuye significativamente la frecuencia de las ondas cerebrales.

Se trata del sueño profundo denominado sueño de ondas lentas que se sintetiza en la sigla S.O.L.. Llamativamente el sueño más revitalizador es el sueño “sol”, como la energía solar que da vida. Sólo si logramos este sueño SOL (que generalmente ocupa el 20 % del total del sueño) se libera gran cantidad de la hormona del crecimiento o rejuvenecimiento de nuestro organismo. El sueño de onda lenta es fundamental para generar energía al cuerpo-mente, al ser. Según HelpGuide.org, el sueño de onda lenta ayuda a estimular el crecimiento y el desarrollo, le da al cuerpo la oportunidad de reparar el músculo y el tejido dañado y estimula el sistema inmunológico. El sueño SOL es una inyección de vida para el ser.

De esta manera, vemos que a través del sueño SOL podemos autocrearnos a nosotros mismos cada día, autoregenerarnos, repararnos, absorbiendo vida de la Vida, como la Consciencia que se retroalimenta de sí misma. Incluso Spira dice que dormir profundamente es como morir –dejamos el cuerpo- y volvemos a nacer cada día con un ser diferente. Luego de tener un sueño reparador (profundo) nos sentimos con más energía vital, el cuerpo está más enérgico y la mente está reseteada.

Por eso, volviendo a Jesús y su despertar, despertar para un hombre es recordar la naturaleza del Ser, es sentir ese “sueño profundo” del que todos formamos parte y que es la realidad. Despertar es darnos cuenta de que, como decía Segismundo, “la vida es sueño –un engaño, una ilusión- y los sueños, sueños son”. Jesús no fue el único ser iluminado, el único que despertó, fueron y son muchos. Él trascendió la historia de la humanidad, como otros. Hoy muchas mentes están despertando del sueño.

Decíamos que Jesús resucitó antes de la crucifixión porque su “despertar” fue antes, no sabemos cuándo. Mientras que la crucifixión nos está mostrando –desde una experiencia extrema- que se puede sentir la naturaleza real de la Vida, del Ser, tener conciencia incluso desde una experiencia tan tremenda como una crucifixión que el sufrimiento, el dolor son “no reales”, son engaños, ilusiones de la mente del hombre cuando se cree separado del Todo, del Universo, del Ser Compartido, de la Inteligencia Universal, del Alma, del Tao, de Dios. Jesús sintió su naturaleza divina y eterna, y no se identificó con el ser separado, de sufrimiento y dolor porque sabía que eso “no era real”.

Y quienes lo vieron resucitado, sintieron su ser, la esencia divina compartida, aunque quizás la imagen no era la misma, pero supieron que era Él porque también ellos habían “despertado” del sueño y la Verdad se les manifestaba, porque el único conocimiento real es el que proviene del Ser Compartido.

Podemos despertar como lo hizo Jesús, porque él lo hizo desde nuestra naturaleza. Podemos resucitar como lo hizo Jesús si percibimos la vida desde la Realidad. Él nos mostró y nos sigue mostrando el camino… Él nos mostró cómo vivir nuestra naturaleza, que es paz profunda y plenitud, pase lo que pase y sea lo que sea el sueño terrenal…

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Autora: Silvina Garrido (poesiasatumedida@gmail.com)

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